SUEÑO BOLIVARIANO es un proyecto progresivo, todavía en curso, que según su autor —el artista peruano José Carlos Martinat— seguirá la ruta trazada por el “Libertador de América” Simón Bolívar durante su campaña independentista (1813 – 1824). Lo que se presenta ahora es solo una primera entrega del proyecto e incluye a Perú y Venezuela entre las seis naciones de la gesta independentista bolivariana, que completan Bolivia, Colombia, Ecuador y Panamá (esta última se unió voluntaria y pacíficamente al proyecto bolivariano de La Gran Colombia mientras las grandes batallas finales se libraban en Sudamérica). El deseo de JC Martinat es “trabajar [también] en países adonde han llegado las brisas bolivarianas: Cuba, Haití, Chile y Argentina, con líderes que han enarbolado el bolivarianismo”*.
El proyecto general se propone “extraer” pintadas y grafitis políticos de los muros de las principales ciudades latinoamericanas, “recogiendo con ellas el sentir, tanto de los que están en y con el gobierno, como de los que anhelan el poder”*. Estas extracciones callejeras se proponen establecer una radiografía visual—concretamente una imagen de alto contraste de los discursos políticos supuestamente sin mediación o intereses institucionales— de estos seis países mencionados de América Latina en la actualidad. A través de este “registro arqueológico, antropológico y sociológico, SUEÑO BOLIVARIANO quiere tomar el pulso”* de las realidades complejas y en crisis que se debaten entre hechos y ficciones, deseos y desesperanzas, consignas ideológicas y reclamos populares.
Para esta primera entrega parcial en Madrid, además de algunas de las extracciones realizadas hasta el momento en Perú y Venezuela de imágenes de Bolivar, Fujimori y los ojos de Chavez, Martinat incluye una instalación, que complementa a estas imágenes, formada por una serie de impresoras térmicas conectadas a un ordenador que contiene un software de búsqueda de información interrelacionada en la web con los países seleccionados—en este caso, Venezuela y Perú. Las respuestas se imprimen en papeles que se esparcen y mezclan en el espacio. Este mismo tipo de instalación tecnológica lo presentó el artista en “Ambientes de Estereo Realidad”, una obra en clave performativa que formó parte de Próxima Parada, una exposición de artistas peruanos que organicé para Alcalá 31 de la Comunidad de Madrid en 2017. El contraste entre la expresión política de la calle y la mediación tecnológica del internet (con algoritmos sesgados o tendenciosos, fakenews y manipulación comercial) cuando menos refleja las realidades de los discursos dominantes y las expresiones marginales y seguramente revela el desfase general entre los intereses globales y los locales.
En América Latina, las consignas y anuncios de organizaciones como sindicatos, gremios y ciudadanos, además de la propaganda política pro y anti-gubernamental, han sido una forma fundamental de expresión social y política en las paredes de las ciudades, convirtiéndose en una extensión de las voces populares e institucionales en espacios públicos(hoy también se utilizan los muros de las redes sociales) . Frente a este fenómeno, José Carlos Martinat ha desarrollado un cuerpo de obra que se apropia de estas manifestaciones políticas mediante técnicas de extracción, archivo y recontextualización crítica. Lejos de reproducir pasivamente estas manifestaciones urbanas, Martinat las convierte en herramientas para examinar los mecanismos de poder, la memoria colectiva y las tensiones entre lo institucional y lo marginal, continuando su reflexión con temas relacionados con la política, el urbanismo, la memoria y la cultura visual popular.
Martinat desarrolló una técnica específica para remover físicamente capas de posters, grafitis y pinturas murales de las paredes de Lima y otras ciudades, llevándolas al lienzo o a estructuras portátiles. Este proceso no solo conserva la estética de las expresiones políticas urbanas, sino también su textura, deterioro y las huellas del tiempo. Esta apropiación en la obra de José Carlos Martinat no es una simple reproducción, sino una operación crítica que presiona las fronteras entre lo público y lo privado, lo legítimo y lo subversivo. El gesto de trasladar un mensaje político efímero al espacio del arte no es inocente: implica una transformación del significado original, al tiempo que preserva su carga histórica y visual. A través de ella, Martinat propone una reflexión sobre los lenguajes visuales de la ciudad, el poder, y la memoria colectiva. Como apunta Liernur, “la calle y sus superficies no son neutras, sino espacios disputados por diferentes memorias y poderes”.
Esta operación de Martinat puede entenderse como un gesto de arqueología urbana. En lugar de crear imágenes nuevas, el artista excava en los estratos textuales y visuales de la ciudad para rescatar huellas de discursos que están en constante proceso de blanqueado, censura o borradura. El mensaje y la propaganda política de la calle, muchas veces considerado marginal o pasajero, es resignificado en sus obras como documento y como síntoma. De este modo, Martinat activa un mecanismo de archivo que pone en circulación mensajes que el poder preferiría olvidar o suprimir. Además, su trabajo plantea una crítica profunda a las relaciones entre lo popular y lo institucional, lo espontáneo y lo regulado, lo efímero y lo permanente. Al descontextualizar un grafiti de protesta o un poster de propaganda y trasladarlo al espacio de las galerías y los museos, Martinat cuestiona los límites de la legitimidad artística y evidencia cómo ciertos discursos visuales solo adquieren valor simbólico cuando son cooptados por las instituciones del arte. Su obra denuncia así la facilidad con que los lenguajes de la resistencia pueden ser absorbidos por el mercado cultural, desactivando su potencial original.
La apropiación de estos discursos e imágenes por parte de Martinat también se inscribe en un contexto específicamente latinoamericano, donde el muro tiene una función política clave: es el soporte por excelencia de la expresión popular, la denuncia social y la memoria colectiva. En países como Perú y Venezuela, marcados por décadas de violencia política, desigualdad y conflictos territoriales, los muros informan, gritan, protestan. Al registrar y reapropiarse de esas voces murales, Martinat las preserva y las somete a una nueva lectura crítica.
Entretanto, el sueño de Bolivar—que era unir a todas las antiguas colonias españolas de América del Sur en una sola nación grande y poderosa, en una confederación, La Gran Colombia, que en esencia sería una potencia continental latinoamericana, similar a los Estados Unidos—no solo fracasó. La desgracia de Bolivar fue que antes de morir presenció cómo su sueño se derrumbaba. Las razones son muchas y este es un tema para otra ocasión, pero su desilusión se refleja en algunas de sus últimas palabras: “He arado en el mar y he sembrado en el viento”. No obstante, aunque su sueño de una unión política continental no se hiciera realidad, su legado como libertador es incuestionable, aunque algunos autores pongan en entredicho sus alianzas con las élites y que los pueblos indígenas, afrodescendientes y mestizos siguieran subordinados tras la independencia. Con todo, su visión de integración latinoamericana—por mentira que parezca— sigue siendo un ideal y un punto de referencia hasta el día de hoy.
Frente a ese sueño de unidad y libertad, de estabilidad y fuerza, de integración y cooperación, la realidad con la que trabaja Martinat se caracteriza, en cambio, por una crisis de representación y desconfianza institucional generalizada, personalización política y caudillismo, debilidad de los sistemas de partido, división territorial y social, populismo como forma de comunicación política, judicialización y uso del aparato estatal como arma política, movilización social continua o recurrente, crisis económicas y desigualdades sociales, impacto desestabilizador de los apoyos o las sanciones de los Estados Unidos, instrumentalización del “modelo Venezuela” como fantasma permanente de los debates políticos y un lenguaje político de confrontación permanente.
Frente a esta situación, me temo que este proyecto en marcha de José Carlos Martinat nos presentará, sobre todo, la PESADILLA DE BOLIVAR.
Octavio
Zaya, agosto de 2025.
* Los
asteriscos que aparecen a lo largo del texto indican declaraciones del
artista.