Nervio Blando
En Nervio Blando, el dúo formado por Theo Firmo (1983), artista brasileño radicado en Madrid, y Rafaela Salgueiro (1991), artista brasileña residente en Lisboa, presenta por primera vez en España los desarrollos de la colaboración que han venido construyendo a lo largo de los últimos años. Con prácticas complementarias, ambos artistas presentan el resultado de un encuentro poético en el que el dibujo actúa como nexo común y punto de partida. En la obra de Theo Firmo, la línea dibujada estructura composiciones que se expanden en diversos soportes, donde transfiere sus cargas emotivas a la materia a partir de vestigios del gesto. En el trabajo de Rafaela Salgueiro, la línea emerge inicialmente en la modelación textil del vestuario, delineando formas y volúmenes, pero pronto se proyecta más allá del cuerpo, reclamando el hacer escultórico y performativo como medio de elaboración. En las obras aquí reunidas, estas líneas se encuentran y se entrelazan, instaurando un campo de sensibilidad compartida, donde cuerpo, gesto y materia se vuelven complementarios.
A partir de este diálogo, ambos tensionan los límites históricos de la bidimensionalidad, desestabilizando la distancia instaurada por las convenciones clásicas del dibujo y la pintura, que tradicionalmente posicionaban al espectador como un observador distanciado. Sus obras convocan al tacto y a las sensaciones como forma de aproximación, despertando el deseo de tocar ante la extrañeza provocada por la materialidad de los dibujos presentados. En este sentido, la conexión entre los dos artistas se revela en su complementariedad de pensamiento, ya que el espacio habitado emerge como eje central de la investigación de ambos. Más allá de la coincidencia de trayectorias marcadas por cuerpos en tránsito —compartiendo la experiencia de vivir en suelo europeo—, sus investigaciones convergen en la pregunta sobre qué puede el cuerpo y cómo se apropia y se relaciona con los espacios que crea para sí. Se trata de una investigación atenta sobre los modos de habitar, tensionando intimidad, materialidad y presencia: un territorio donde la materia guarda memoria y la forma se deja modelar por lo cotidiano.
Si Rafaela Salgueiro ya traía en su trayectoria la experiencia de coser distintos tejidos para la creación de indumentarias, en sus obras más recientes esa familiaridad da lugar a lo desconocido: la investigación de las materialidades de mediación sensorial. En ese mismo movimiento, Theo Firmo enfrenta el desafío de alejarse de la fluidez del papel en diálogo con la complejidad de un gesto que se abre a la tridimensionalidad y al espacio, activando otras posibilidades para la articulación entre cuerpo y obra.
El textil, aquí, ya no aparece como una superficie funcional entre el cuerpo y el mundo, sino como una evocación de elementos de amortiguamiento, confort y hospitalidad —materiales que hacen que la arquitectura sea habitable, actuando como zonas de transición entre la piel y el espacio. Son superficies asociadas al descanso y a la intimidad, como sofás, almohadas, colchones y mantas, que operan como capas sensibles entre el sujeto y la dureza del entorno. Como la piel del mobiliario, la suavidad anunciada funciona como una metáfora del reposo, encontrando ecos en la noción de topoanálisis propuesta por Gaston Bachelard, quien nos recuerda que, incluso en la rigidez de su geometría, los espacios domésticos albergan una potencia poética: al ser vividos como espacios de confort e intimidad, se abren al universo de los sueños —territorio donde el afecto y la imaginación disuelven las fronteras que escapan a la racionalidad:
Un objeto geométrico así debería resistirse a las metáforas que acogen el cuerpo humano, el alma humana. Pero la transposición a lo humano se realiza de inmediato, en cuanto se toma la casa como un espacio de confort e intimidad, como un espacio que debe condensar y proteger la intimidad. Entonces se abre, fuera de toda racionalidad, el campo del onirismo (BACHELARD, 1978, P. 228).
Así, ambos se complementan: Rafaela dibuja con la aguja, mientras que Theo cose con el lápiz —como una danza sobre capas habitables que actúan como un “nervio blando”. Este término, que para ellos remite a la experiencia de sentir un nervio en otra frecuencia, evoca una sensibilidad capaz de absorber el toque y traducir la sensación táctil en imagen y superficie. De manera análoga, las composiciones presentadas nos invitan a percibir cómo la imagen puede disolverse en membranas de acogida, como si fueran tejidos conectivos —suaves, elásticos y receptivos al tacto y a la presencia. La elasticidad de estos materiales, más que una propiedad física, se presenta como una metáfora de una capacidad relacional: aquello que conecta, comunica y sostiene el intercambio entre el cuerpo y el mundo. Así, el espacio deja de ser una superficie rígida y comienza a latir como una materia de transición, capaz de rememorar gestos.
Sus materialidades se entrelazan, y el cuerpo, en este juego, deja de ser una figura reconocible para convertirse en abstracción, pliegue, tensión. Memoria poética dejada sobre la superficie a partir de líneas y formas superpuestas que no pretenden representar el cuerpo, sino evocar el gesto del toque que, como la costura, eterniza la presión que alguna vez fue presencia. En este contexto, las obras aquí presentadas ofrecen un atisbo poético de cómo el espacio vivido moldea nuestra subjetividad —una inmersión en el universo íntimo y en las múltiples capas de complejidad que habitan el interior de los entornos.
BACHELARD, Gaston. A poética do espaço. Coleção “Os Pensadores”. São Paulo: Abril Cultural, 1978, p.228.
ALDONES NINO