El trabajo de Ana Roldán (Ciudad de México, 1977)
yuxtapone distintos elementos históricos, lingüísticos, antropológicos y
cotidianos con el fin de generar visiones alternas a las narrativas
establecidas, los discursos identitarios, la idea de pertenencia y la cultura
oficial. En su obra, la dislocación y el desplazamiento de los elementos que
componen un sistema cultural van acompañados en numerosas ocasiones de
materiales y soluciones poco convencionales, operaciones con las que busca
poner en entredicho la tradición artística occidental, así como la construcción
de valores e imaginarios en América Latina.
Completó un grado en Historia en la Escuela
Nacional de Antropología e Historia en la Ciudad de México en 2000.
Posteriormente, finalizó sus estudios en Artes en 2003 y obtuvo un máster en
Bellas Artes en 2017 en la Hochschule der Künste de Berna.
Ha expuesto su trabajo en Francia, Alemania,
Inglaterra, España, Polonia, Países Bajos, México, Colombia, Brasil y China. Su
obra forma parte de La Colección Jumex en México, Burger Collection en Hong
Kong, Colección Cisneros en Estados Unidos y Venezuela, así como de las
colecciones suizas Die Mobiliar, Sammlung Ricola, Zürcher Kantonalbank, Roche
Art Collection y Art Collection Canton de Zúrich, entre otras.
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Hay algo magnético en la obra de Ana Roldán, una suerte de ensoñación que se despliega a través de los límites de la galería. Utiliza formas de lo más comunes y, sin embargo, esas mismas formas nos resultan distantes. Quizás sea por el detalle. Cada parte hace del todo un lugar desconocido. Esta artista mexicana residente en Zurich, acostumbrada a trabajar en torno a la revisión de la Modernidad o la idea de nación e identidad, nos ofrece en esta ocasión una constelación que conecta diferentes manifestaciones de la naturaleza sin dejar atrás su constante interés por el lenguaje. Un homenaje a la fuerza de los elementos naturales.
Bajo el título de Dibujando un círculo, Ana Roldán enmarca su tercera exhibición en FormatoComodo. Piezas como Frizzy (2022) o Espejo verde (2022-2023) juegan con el espacio y sugieren otros derroteros: la posibilidad de generar un ambiente natural dentro de la galería. Ese espejo, ese círculo de agua dibujado en el suelo, no sólo refleja la extraña rama de bronce con esas pompas de vidrio desafiantes, sino que invita a pensar un nuevo ambiente. Casi lo llamaríamos un pequeño portal. Un vacío que delinea otra dimensión.
La artista muestra otras configuraciones de la naturaleza mucho más azarosas en Teoría del caos (2024) y Negative bodies (2016). Ante los lienzos de la primera serie nuestra mente permanece intranquila hasta que cree identificar las formas que bailan sobre las telas. En el segundo caso, Ana Roldán dibuja mediante el neón líneas negras que se deslizan sobre la pared para tomar diferentes apariencias.
El constante interés de la artista por el lenguaje y sus múltiples aspectos se manifiesta de un modo evidente en dos casos. Uno es Paisajes de guerra (2024), unos dibujos sintéticos salpicados con palabras hostiles, donde compone sobre su superficie dichos paisajes basándose en el método de dibujo del artista mexicano Adolfo Best Maugard, un recurso que ya ha utilizado con anterioridad en otros trabajos. Vemos así un alfabeto propio con el que Ana Roldán sugiere espacios violentos, espacios fronterizos, espacios de muerte. El otro caso es su pieza Traductora (Jessie) (2016), perteneciente a la serie Profetas, donde nos insinúa la imagen de Jessie, una intérprete que se encuentra en mitad de una conversación, una figura intermediaria capaz de conectarnos con una naturaleza a la que no tenemos acceso, que no es sino una lengua ajena a la propia.
Sin presentarse de manera absoluta, sino más bien posibilitando la reflexión, Ana Roldán crea un espacio para la pausa a la vez que plantea diferentes incógnitas a propósito de la oscilación entre el sueño y la experiencia.
Clara Kozak