GUILLERMO LLEDÓ. DEL SIGLO PASADO.
L´Armoire á glace un beau soir
«Nous sommes plus tranquilles, plus rassurés dans la vieille demeure, dans la maison natale que dans la maison des rues que nous n'habitons qu'en passant».
Gaston Bachelard
Existe un gusto por los umbrales en la Europa de las primeras décadas del siglo XX, que entronca con la atmosférica centuria anterior, y encuentra nuevas vías de materialización en propuestas contemporáneas, como las que presenta Guillermo Lledó en esta exposición. Mientras se construían Palacios de Cristal para grandes exposiciones, los interiores domésticos se abigarraban y el paseante alternaba el tránsito de la ciudad con bulliciosos cafés cargados de humo, los intersticios, que eran abordados por Walter Benjamin, tomaban forma de ventana metafísica con Giorgio De Chirico, o de insegura puerta-refugio en Door, Num 11 de la Rue Larrey de Marcel Duchamp. Estos espacios intermedios forman parte de la urbe de Guy Debord, se transitan en las escenografías de Juan Muñoz, se refugian en los iglús de Mario Merz, llenan las urnas de Zoé Leonard, o se recuestan en los contenedores de Susana Solano.
Hay un autor de especial relevancia a la hora de abordar los intersticios, que presenta numerosos puntos de contacto con la obra que Guillermo Lledó ha titulado Del siglo pasado. En un contexto de aproximación a la ciudad y a la fenomenología de sus espacios, y a propósito del espacio intermedio, es interesante la conexión que Louis Aragon establece entre lo literario, la condición escultórica de una suerte de «entidad performativa» y lo pictórico. Aragon escribió en 1923 L´Armoire á glace un beau soir, una obra de teatro protagonizada por un armario que cambia de identidad durante el transcurso de la pieza, y se transforma de tumba a refugio y luego a espejo, mientras sitúa al público dentro y fuera del objeto a través de estrategias escénicas. La intrigante puerta cerrada del armario conlleva un potencial simbólico, que ofrece al mismo tiempo el adentro y el afuera, la coincidencia de consciente e inconsciente, de la luz y la oscuridad o del erotismo y su contrario. Tres años después, Aragon escribe Paysan de Paris, una novela con la que muestra encuentros en la ciudad entre objeto y sujeto a través de itinerarios por realidades urbanas superpuestas, barrios, pasajes, mercados, edificios desconocidos, con los que toparse con lo «maravilloso cotidiano». Un Aragon más cercano a su final escribe una autobiografía titulada Je n´ai jamais appris à ecrire. En la misma destaca la pintura Porte-fenetre que Matisse pinta en 1914, una obra con una «puerta-ventana» que ofrece dos realidades espaciales simultáneas. Al mostrarse abierta invita a asomarse al otro lado, pero un plano negro frustra la vista, devolviendo al que mira al interior del espacio, situación que enlazan con imágenes y temáticas de las obras anteriores de Aragon.
Del siglo pasado
«But a chair is not a house and a house is not a home». Dionne Warwick
Guillermo Lledó, en un interés coincidente al de Louis Aragon por la ciudad y sus sorpresas objetuales, y tras una incursión en el hiperrealismo pictórico en la década de los setenta, profundizó en los juegos y tensiones entre el objeto y su representación. Manteniéndose siempre en un discreto lugar de incesante trabajo, continuó en los ochenta abordando la frágil frontera entre pintura y escultura, lo que desembocó en un minimalismo de ecos constructivistas. En un contexto en el que las prácticas escultóricas adquirían una mayor autonomía en España, Lledó continuó su investigación a través de una serie de obras «para pensar la escultura», que ahora retoma en esta exposición.
Javier Maderuelo afirmó en una ocasión que «en las manos de Lledó lo real se vuelve inmaterial, a pesar de mantener un vínculo físico con el mundo funcional y los procedimientos constructivos». En estos trabajos de mínima poetización de la realidad, Lledó también interpela a quien los mira, ofreciendo una constante oportunidad de reflexión.
Como en las relaciones que se producen en los textos de Aragon, las piezas de Lledó trastocan el lugar para dotarlo de nuevos aspectos espaciales. Haciendo uso de un magistral ejercicio de contención, las obras remiten a lo arquitectónico-intersticial a través de la descontextualización y la servidumbre de la pared y el suelo. Mediante unos sui generis elementos arquitectónicos, el artista convierte el espacio en un puzle irresoluto, donde despliega lo que parece un proyecto de lugar todavía por hacer, iniciado en el siglo pasado.
Vanos
«El sobresalto fuera del poema y dentro del poema, apenas aire contenido». Ida Vitale
Hay en Guillermo Lledó una atracción por el umbral (así llamó a una de sus obras, a otras les llama «puertas»), que materializa en ilusorios vanos. Estos lugares de posibilidad que conforman la exposición, funcionan como una paradoja poética en el mundo físico, al sugerir lo que pasa al mismo tiempo a ambos lados de la pieza. La obra invita al espectador a introducirse en ella y descubrir su contradicción, pues la apertura a la imaginación choca con la imposibilidad física de acceder a la otra parte.
En una suerte de teatralización del espacio, Del siglo pasado ejercita el encuentro entre dos modos de interioridad a través de tres series de «vanos»: obras que oscilan entre lo pictórico y lo escultórico a las que llama «puertas» o «madera» (retomando el juego entre objeto y su representación), «espejo-ventanas» para mirar a la nada o más lejos, que el artista titula Identidad o Autorretrato, o «tragaluces» que identificamos como familiares pero de los que desconocemos su verdadera función, debido a algo pseudo-místico que se produce en su austeridad formal.
En la búsqueda de encajes mentales provocada por el papel activo de estas esculturas y sus principios opuestos, parecen resonar las siguientes palabras de Baudelaire, otro autor de la urbe y sus atmósferas, como si se dirigieran a aquella futura «puerta-ventana» de Matisse, que Aragon destacó en el libro con el repasaba su vida: «el que desde afuera mira por una ventana abierta nunca ve tantas cosas como el que mira una ventana cerrada». Asomarse a los vanos de Del siglo pasado es descubrir los particulares encuentros de Lledó con la ciudad desde donde se está menos tranquilo, y de paso.
Francisco Ramallo
Madrid 5 de Noviembre 2023
Guillermo Lledó es un artista que se dio a conocer en los años 80. Tiene una
trayectoria artística basada en el rigor, la coherencia y el silencio. Son obras que
enseñan a enriquecer poéticamente la experiencia cotidiana, proponiendo una mirada
atenta contemplativa hacía los objetos anónimos y seriados del entorno urbano . Su
obra se sitúa en un marco con referencias industriales . En sus trabajos aflora ese
deslizamiento paradójico entre inutilidad y funcionalidad.( Santiago Olmo )
En este autor no hay prisa hay tiempo donde poder mirar precisamente el tiempo. La
obra de Guillermo Lledó ha sido siempre un trabajo que apuntaba hacía el aislamiento,
hacía un tipo concreto de silencio. Un silencio expresivo, una austeridad inmanente en
los materiales y los colores ( Rosa Olivares )
Las estructuras de Guillermo Lledó se arman en talleres de cerrajería ; el tipo de
materiales industriales Estas obras se caracterizan por su capacidad de contener, son
susceptibles de tener o parecen haber tenido algo en su interior, algo que esta atrapado
dentro de los limites de la obra. El artista mira a su alrededor y encuentra que en el
entorno en el que vive esta formado por una segunda naturaleza constituida por objetos
que funcionan , que con un sordo rumor pretender imitar el habito de la vida (Javier Maderuelo)