DESEOS BORRADOS, RECOLOREADOS
Exposición Formato Cómodo Septiembre 2021
Deseos borrados,... es una serie de pinturas y collages realizada a partir de embalajes de productos comprados en un gran supermercado y consumidos durante los tres meses de confinamiento estricto que pasé con mi familia en Bourèsches, un pequeño pueblo situado al este de Paris en 2020. Allí y a toda prisa, nos instalamos en una casa prestada, vecina a la de un familiar, huyendo de la perspectiva de un encierro indefinido en el tiempo en nuestro exiguo apartamento parisino y con nuestro hijo adolescente además,immobilizado en ese momento por un fastidioso esguince.
Al cabo de tres semanas la situación se deslizó hacia un estado de suspensión indefinido. con informaciones contradictorias circulando entre los medios de comunicación y las redes sociales, en un atmósfera impregnada de ansiedad y paranoia. Nos comunicábamos con el exterior únicamente por medio de pantallas con internet como única apertura al exterior.
Alejado de mi estudio y sin nada de material, sentí la imperiosa necesidad de tocar otras superficies que las de los dispositivos electrónicos. Quería trabajar con las manos, reanudar con una materialidad táctil y ligarla a lo cotidiano de esos días. Empecé a conservar envoltorios que por el troquelado, la forma o el volumen me atraían y a utilizarlos como materia prima para pintar y dibujar. Todo ello con témperas, pinceles y papeles encontrados en la sección de suministros escolares de un inmenso Intermarché, el único comercio que podíamos frecuentar, a excepción de las inevitables farmacias.
Estos formatos domésticos provienen íntegramente de los artículos de ese hipermercado, al que había que desplazarse en coche por encontrarse en la vecina ciudad de Château Thierry. Son pues el resultado de un reciclaje y de una apropiación de esos restos y deshechos consumidos durante ese período de tiempo.
Al mirarlos retrospectivamente me parece también que responden al deseo de conjurar la ansiedad del encierro, con su carencia de contacto humano directo impuesta por la obligada distancia física.
A esa particular ansiedad se añadía la alienante experiencia semanal de compras en ese inmenso centro comercial, con su atractiva estética multicolor, organizada con la eficaz racionalidad de la logística comercial de la gran distribución. Un ritual consumista indispensable que implicaba por un lado, elegir entre esa extraña mezcla de formas, imágenes y textos, propia de la mercancía alimenticia, producida por una sofisticada industrialización estética del deseo cotidiano. Y también, por otra parte, respondiendo a una primaria resolución de necesidades básicas, a veces, sin gran posibilidad de elección, por problemas de abastecimiento o de selección comercial del propio supermercado. Dicha combinación adquiere particular relevancia en el contexto de la pandemia, al repensar los efectos nefastos de la globalización, los desastres de la agricultura intensiva, la producción extractivista o el desequilibrio de los intercambios comerciales. Tenía la sensación en ese momento que ese sometimiento general al imperativo de la rentabilidad a corto plazo del sistema, resonaba particularmente en nuestra situación personal, clientes y consumidores, forzados por una escasa capacidad económica a elegir en ese contexto.
Quizás ello explique que la confección de estas pinturas implicaba paciencia, lentitud y técnicamente un importante trabajo manual : los embalajes han sido previamente lijados para neutralizar el satinado de la superficie original, de las tintas de impresión y blanqueados con múltiples capas de tempera antes de ser repintados en su composición final. Todo ello prestando una atención particular a las proporciones del embalaje, al dibujo del contorno de los troquelados, a la materialidad del cartón. Colores y tonos se combinan en, a veces en planos distintos según el volumen del objeto. La textura de la tempera deja entrever las múltiples capas aplicadas así como la estructura de las pinceladas, cohabitando con la intensidad luminosa del color
Las pinturas y collages realizados muestran composiciones abstractas banales, « ready-mades » reapropiados a partir de todos esos « packagings », diseños, tipografías y logotipos que colonizan nuestro imaginario plástico. He tratado en cierta manera de desplegarlos en dos dimensiones o afirmando su volumen, como mercancías borradas, blanqueadas y recoloreadas subjetivamente. Lo cual puede mirarse como una manera personal de cerrar el círculo de las contradicciones de la situación que vivimos en cierto modo, entre la complicidad y la resistencia.
miquel mont