COSMIC NETWORKS | Mar Guerrero
A partir de la observación concreta del espacio, se ponen en tensión ideas sobre progreso tecnológico y estéticas migratorias; a través de las dicotomías que se establecen entre tradición y futuro. El objetivo principal es investigar acerca del concepto de “redes” a partir de dos ejes principales. El primero parte de la idea de “redes humanas”, que se lleva a cabo a través de una serie de acciones realizadas en Madrid (Matadero Madrid), Johannesburgo (Nirox Foundation) y Miami (Art Center South Florida). El segundo punto se relaciona con la idea de “redes tecnológicas”, desarrollando una investigación sobre el radiotelescopio SKA SA (Square Kilometre Array) y la creciente industria tecnológica vinculada al turismo interplanetario.
¿Podemos sentirnos en la inmensidad? Para la realización del audiovisual Cosmic Migrations se lleva a cabo un taller en las instalaciones de Matadero Madrid, donde se construye la base de un programa espacial que invitará al participante a desarrollar una serie de prácticas que lo desvincularán del espacio y el tiempo de lo real, para entrar física y mentalmente en el espacio de la ficción. Así, se realiza un hipotético recorrido por el cosmos, integrándonos en un movimiento contínuo de relación entre cuerpos celestes. En la instalación nos encontramos en un escenario que invita a compartir el tiempo de observación y reflexión desde el cuerpo hacia las estrellas.
La pieza Earth Constellation está compuesta por diversas esferas realizadas con yeso, que se depositan en el paisaje a lo largo del trayecto desde Johannesburgo a Ciudad del Cabo. Esta acción hace referencia a The Nile Meridian, conjunto de emplazamientos donde, desde un punto de vista simbólico, el Nilo terrestre imita en su recorrido al Nilo Celeste o Vía Láctea. Desde el inicio de la humanidad hemos contemplado el cielo y contado historias sobre las estrellas, el continente africano es una fuente desbordante de tradiciones e historias en relación al cosmos. En los mitos de origen de muchas sociedades africanas, los primeros seres descendieron del cielo, un mundo con espíritus poderosos y un dios creador. Creídos para tener habilidades especiales estos primeros antepasados fundaron comunidades y sirvieron como conectores entre los reinos de la tierra y el cielo.
Se presenta parte del audiovisual Fictions on the other side of the frontier, pieza en proceso, ya que se han realizado dos de las tres expediciones que lo componen. En la primera de ellas, Cosmic Expedition, se realiza un viaje desde los orígenes de la humanidad hasta el origen del universo. Recorrido desde las cuevas de Sterkfontein (Cuna de la Humanidad), donde se hallaron los primeros restos arqueológicos de seres homínidos, hasta las instalaciones del SKA SA, proyecto internacional para construir el que será el mayor radiotelescopio del planeta. Éste estará formado por una red de sensores radioastronómicos, compuesta por miles de antenas equivalentes a un kilómetro cuadrado de superficie total distribuidas entre dos continentes, África y Australia. Participan científicos españoles en todos los proyectos de investigación clave que se plantean para este, que abarcan desde la exploración de señales alienígenas hasta la búsqueda de respuestas sobre la energía oscura, pasando por el estudio de las primeras galaxias y estrellas que se formaron tras el Big Bang. Se trata del radiotelescopio con el que se puede ver más lejos, es decir, más atrás en el tiempo. Este proyecto plantea dicotomías entre los recursos invertidos en descubrir los misterios fuera de nuestro planeta y la compleja situación política, social y ambiental que sacude África. Toda la expedición estará marcada por un conjunto de encuentros con gente local y trabajadores del SKA SA, que irán guiando el camino del explorador. Este personaje principal se apropia de la indumentaria de afronaut, figura histórica que surgió en Zambia cuando EEUU y la URSS estaban inmersos en la Guerra Fría y en la Carrera Espacial hacia la Luna. Aunque en realidad se trata de la mirada de alguien que viene de fuera, que presenta una identidad ambigua, como un alien que acaba de llegar, que mira este mundo por primera vez. El siguiente audiovisual pretende apropiarse de la atmósfera estética y simbólica de la ciencia ficción, desde 2001: A Space Odyssey a The Man Who Fell To Earth; y del arte, haciendo referencia a artistas como Yinka Shonibare o Cristina de Middel. Se construye así un viaje, una narración visual que da cuenta de un cambio en la mirada, en el territorio y en el tiempo.
El siguiente capítulo, Space Tourism, tiene lugar en EEUU (o en la Luna), desarrollando una trama a partir de dos escenarios: el HM69 Nike Missile Site (Homestead) y el Kennedy Space Center (Cabo Cañaveral). Nos situamos en tiempos diferentes: la Crisis de los Misiles en Cuba, en el contexto de la Guerra Fría, cuando EEUU y la Unión Soviética se disputaban la llegada al satélite terrestre, a la vez que se preparaban y defendían de un posible ataque del otro; y una promesa de futuro interplanetaria que podría pasar a formar parte ya del pasado. Escenarios atemporales con una estética similar: deseo de salir al espacio exterior y miedo a la irrupción en el espacio propio, proyecciones hacia otros mundos sin ubicarnos en el nuestro, tecnologías del conflicto y la ilusión. Nos encontramos con nuevas carreras hacia la conquista y la mercantilización del territorio. Así como una idea de turismo espacial anticuada, al poder visitar otros satélites y planetas a través de atracciones y simulaciones en 3D. ¿Cómo nos imaginamos el futuro del turismo espacial?
La tercera expedición tendrá lugar en Rusia, en las instalaciones del cosmódromo de Baikonur, donde se encuentran los restos del transbordador espacial Buran. Los políticos soviéticos pensaban que el transbordador podría desestabilizar la balanza de poder establecida durante la Guerra Fría. Este proyecto se convirtió en el mayor y más caro de la historia de la exploración espacial soviética. Cosmic Networks hace referencia a la construcción de ficción; propia, inducida y/o soñada. En este sentido, y como uno de los posibles finales, cito a Jonathan Crary y su distópico 24/7: “En el marco del futurismo de mediados del siglo XX, los productos que uno compraba e integraba a la vida cotidiana parecían vagamente vinculados a evocaciones populares de una futura prosperidad mundial, a la benigna automatización que desplazaría el trabajo humano, a la exploración espacial, a la eliminación de la delincuencia, la enfermedad, y otros fenómenos similares. Existía al menos una confianza depositada en las soluciones tecnológicas como respuesta a los problemas sociales. Ahora, el tiempo acelerado del supuesto cambio borra toda percepción de un marco temporal extendido que se comparta con una colectividad y que sostenga incluso una anticipación nebulosa de un futuro distinto de la realidad actual.”1
1 Jonathan Crary: 24/7. El capitalismo al asalto del sueño. Editorial Planeta, S.A. 2015, Barcelona.